El
Ave Fénix se levanta de las cenizas:
Fénix:
Ave de la mitología egipcia que vivía en el desierto
por 500 años y luego se consumía por el fuego, para
más tarde levantarse renovada de sus cenizas. |
BOZEMAN, MONTANA.
15 de Septiembre de 1989. Hace alrededor de un año que los desvastadores
incendios de Yellowstone del 1988 estaban llegando a su final, cuando
el clima más fresco y húmedo del otoño reemplazaba
las secas condiciones del verano. Los visitantes del parque se apesadumbraban
cuando recorrían las millas y millas de senderos bordeados por
árboles achicharrados y suelos cubiertos por cenizas. Y como si
los fuegos no hubieran sido suficiente, las lluvias otoñanes causaron
más daños. Muchas colinas - en las cuales los árboles
y yuyos actuaban como un ancla para el suelo- se volvieron inestables,
y las lluvias lavaron sus suelos hacia los ríos y arroyos. También
ocurrieron muchos aludes de barro durante las lluvias más fuertes
a la vez que se reportaron algunas inundaciones en el valle.
Al
contrario de la creencia popular, el impacto de los incendios en la vida
salvaje fue mínimo. Según los biólogos, la mayoría
de los animales corren por protección, o se entierran en sus madrigueras,
o vuelan o caminan lejos de las llamas. En los incendios en Yellowstone
se reportaron las siguientes víctimas: cinco bisones, 245 alces,
un oso negro, dos antes y cuatro ciervos en el total de 800,000 acres
que se quemaron. Además, murieron algunas truchas asesinas en el
río Little Firehole, pero no por causas de las llamas o el calor,
sino porque por error se derramaron algunos químicos retardantes
de incendios en el río.
La destrucción
de dos de las especies de árboles más conocidas del bosque,
el omnipresente pino lodgepole y el álamo temblón fue generalizada
y severa. Los lodgepoles fueron especialmente vulnerables, ya que son
altamente inflamables. Pero -- y como un giro en la historia -- ambos
tienen mecanismos (piñas cubiertas de resina en el caso de los
pinos y raíces trepadoras en el caso de los álamos) para
volver a desarrollarse rápidamente sobre los suelos achicharrados.
Otras especies, como el abeto subalpino o el falso abeto Engelmann, no
pueden tolerar las llamas y tampoco pueden recolonizarse rápidamente.
Es por esto que la mayoría de estos árboles crece en lugares
en los que es poco probable que ocurra un incendio como ser a la vera
de los arroyos. Muy pocos de estos árboles fueron destruidos.
¿Quedó
algo de este desastre que pueda ser tomado como bueno? Los biólogos
reportaron que no hay más las inmensas cantidades de basura que
cubrían los suelos en las áreas afectadas por el incendio,
y que es muy poco probable que los futuros incendios en Yellowstone se
desparramen en tales catastróficas proporciones. Más importante
aún, las parcelas de bosque quemadas están comenzando ahora
un nuevo ciclo de crecimiento. Las cenizas y las temperaturas más
cálidas también incrementaron la cantidad de comida para
los peces en los ríos.
Nuevas
plantas hambrientas de sol están floreciendo en el antiguo dominio
de los árboles de sombra, y las aves están disfrutando de
sus nuevas casas en los troncos de árboles caídos. En una
impredecible jugada de los incendios, se puede encontrar a bosques totalmente
destruidos al lado de bosque que apenas han sido tocados por las llamas
o aún que no sufrieron en lo más mínimo de los incendios,
y esto le da a los árboles y animales de Yellowstone una mayor
variedad de habitats para elegir.