Huracanes
Los huracanes son desastres educados.
De todos los mayores desastres naturales
del planeta - incluyendo terremontos, erupciones volcánicas-
tsunamis, avalanchas, etc.- los huracanes son los únicos
que proveen una advertencia a sus posibles víctimas.
"¡Hola! Acá estoy encubándome
en las costas de Africa"- se dirigió el huracán
hacia los caribeños en una brillante mañana de
Septiembre
"O.k., me estoy batiendo en el medio
del Atlántico. Es mejor que me tomen en serio" -
les avisó algunos días después.
"Hey, realmente me estoy reforzando,
y estoy encarando hacia las Antillas Menores. Es tiempo de que
se aprovisionen"- les avisó premonitoriamente una
semana después de la primer tormenta.
"¡Despiértense en Montserrat!
Ya he pulverizado la isla de Guadalupe, y eso no me hizo desacelerar.
Acá vengo, cierren las escotillas!"
¿Se pueden ustedes imaginar algún
desastre más educado?
En aquellos
tiempos...
La gente nunca apreció la gentileza de los huracanes
hasta que los científicos descubrieron la tecnología
para rastrearlos. Hasta hace poco no había fotos satelitales
ni aviones que volaran dentro del ojo del huracán. Los
indios Arawak describieron las distintas señales que
advertían sobre la presencia de huracanes a Cristobal
Colón, y él los escuchó. Gracias a esto,
en una ocasión, la flota de Colón se salvó
de perecer en una tumba marítima. Los isleños
de las Antillas Menores pronto descubrieron que los huracanes
generalmente arrecian entre agosto y septiembre. Ellos prestan
mucha atención a estos signos: un sol brumoso, una suave
llovizna, un movimiento ascendente en los vientos y lo más
notable, el vuelo hacia el interior del territorio de las aves
fragatas, conocidas por algunos isleños como las aves
de los huracanes. Pero estos signos delatores no siempre aparecían
para contar su historia. Un huracán particularmente severo
golpeó el norte de Montessat en una medianoche en 1924,
cuando la mayoría de los isleños estaban durmiendo
pacíficamente. Un par de horas más tarde se habían
registrado más de 36 muertes y la mitad de la población
se había quedado sin hogares. La gente de Montserrat
desarrolló un gran respeto por el poder de los huracanes.
La ingeniosidad
de los isleños crea refugios para la tormenta
En los antiguos días, y aún para la gente pobre
de hoy, las casas del Caribe eran muy frágiles construcciones
de madera con techos de paja, unos simples juguetes para los
poderosos vientos de los huracanes. Por lo tanto los isleños
aprendieron a construir albergues para protegerse de los huracanes.
Estos albergues eran estructuras piramidales hechas de paja,
de alrededor de diez pies cuadrados en la base y ocho pies alto.
Se contruían enterrando un tronco muy profundamente en
el suelo y que pasaba a ser el principal soporte del refugio
y se usaban lianas y enredaderas para enlazar el techo con árboles
vecinos. Durante la tormenta los vecinos se abarrotaban dentro
de estos albergues. Mientras los vientos huracanados arreciaban
sobre ellos, los isleños compartían café
fuerte servido en cocos y comían unos vegetales parecidos
a las papas servidos sobre una rama de palmera. Cuando los vientos
se tornaban realmente peligrosos, los hombres hacían
presión sobre las paredes para soportar el viento. A
mitad camino de la tormenta, cuando el ojo pasaba y el viento
cambiaba de dirección, los hombres reforzaban las paredes
opuestas. Recien se aventuraban hacia el exterior para chequear
los daños cuando se terminaba la tormenta.
¿Qué
significa el nombre?
La palabra huracán proviene de una palabra de los indios
Arawak. Los indios usaban el término huracán cuando
conversaban con los primeros habitantes españoles. Mitad
vuelta alrededor del mundo, en el Océano Pacífico,
el mismo fenómeno es conocido como Tifón. El nombre
tifón viene de la fusión de palabras chinas y
árabes. Un término universal para este tipo de
tormetas es Ciclón.
Por siglos los habitantes católicos
nombraban a los huracanes por el nombre del santo que correspondía
al día en que la tormenta pasaba. A algunos huracanes
se los renombraba cuando causaban daños terribles. Una
tormenta especialmente violenta que devastó Montserrat
y virtualmente una de cada dos islas de las Antillas Menores
permanecerá recordada como el Gran Huracán de
1780. En las décadas más recientes los nombres
han sido establecidos por la Organizacion Meteorológica
Mundial como ser Betsy, Beulah, Camille. Recientemente se han
empezado a usar alternativamente nombres de varón o mujer.
Se puede oir de huracanes llamados Anna, Bob, Cynthia, Donald,
Esther y Frank.
Una definición
por favor
Un huracán es una tormenta en la cual un gran sistema
de nubes, fuertes lluvias y vientos circulan alrededor de un
centro que permanece en una relativa calma. Se origina en las
aguas cálidas de los trópicos y luego se mueve,
lentamente, mientras gira a más de 119 km por hora alrededor
del núcleo de presión atmosférica baja.
¿Que tal una foto?
Imagínense la peor tormenta que puedan, oscuridad, nubes
agitándose, lluvia tan copiosas que casi no te dejan
ver tus manos, vientos tan fuertes que inclinan los pequeños
árboles hasta ponerlos paralelos al piso. Ahora deje
que su imaginación multiplique esa tormenta muchas veces
y ubique la tormenta girando en sentido contrahorario alrededor
de un centro de aire a baja presión y con un diámetro
de cientos de millas. Por el hecho de que en el hemisferio norte
la tormenta se mueve en sentido contrahorario, los vientos y
las olas son generalmente más altos en el lado norte
de la tormenta. En el hemisferio sur los ciclones se mueven
en sentido horario. Ahora imagínense esta cantidad impresionante
de vientos circulares y lluvias y nubes moviendose pesadamente
a través del océano a velocidades de entre 5 a
20 millas por hora. Si la tormenta fuera una máquina
inmensa sería capaz de liberar cantidades de energía
inimaginables. Una máquina-huracán sería
capaz de generar en un día suficiente energía
para abastecer a muchos países por un año entero.
El núcleo central de la tormenta, en
algunos casos de hasta 24 km de diámetros, se llama el
"ojo". El aire está calmo en el ojo, y se pueden
ver pedazos de nubes y parches azules del cielo. Pero la calma
del ojo es un engaño. Le da esperanza a los marineros
y los isleños de que lo peor ha pasado. De hecho, cuando
pasa el ojo significa que la tormenta está justo en la
mitad. Y algunos de los vientos más fuertes comienzan
a aullar - desde la otra dirección- tan pronto como el
ojo pasó.

Preguntas de Repaso
- ¿Qué es un Huracán?
- ¿De qué forma son los huracanes distintos
a otros desastres naturales?
- ¿Cómo hacía la gente para predecir
y prepararse para los huracanes cuando no se contaba con la
tecnología adecuada?
|